Irreal...

Irreal porque vivimos en una realidad donde el amor se expresa con un corazoncito en Facebook, donde la gente que lee es casi tan rara como la que no vio "Transformers" y donde para conocer a alguien es necesario estar intoxicado (perder hasta cierto punto el raciocinio). Porque el nuestro es un mundo en el que la gente lucha más por el último cigarro que por combatir la corrupción, en el que vale más una apariencia que una pasión y en el que todo parece estar a la venta.

Pero también irreal porque estoy enamorada de la confusión, de aquello diferente, ensoñada con esta locura que llamamos vida...

miércoles, 21 de abril de 2010

Boom

Fue el boom el culpable de que me enamorara de la literatura latinoamericana. Podría decir que aquel amor comenzó con Mario Vargas Llosa entre "Cartas a un joven novelista" que me terminó de convencer de que lo que yo quería era escribir y "Pantaleón y las visitadoras" que me hizo reir varias horas seguidas, descubrí que tenía que leer a más autores latinoamericanos. Tengo que decir que García Márquez por poco y me quita el amor, tal vez fué una mala elección "El coronel no tiene quien le esriba" pero definitivamente me alejo. Sin embargo los cuentos de Cronopios y de Famas de Julio Cortázar me hicieron recapacitar. Les comparto uno:

Lo particular y lo universal
Un cronopio iba a lavarse los dientes junto a su balcón, y poseído de una grandísima alegría al ver el sol de la mañana y las hermosas nubes que corrían por el cielo, apretó enormemente el tubo de pasta dentífrico y la pasta empezó a salir en una larga cinta rosa. Después de cubrir su cepillo con una verdadera montaña de pasta, el cronopio se encontró con que le sobraba todavía una cantidad, entonces empezó a sacudir el tubo en la ventana y los pedazos de pasta rosa caían por el balcón a la calle donde varios famas se habían reunido a comentar las novedades municipales. Los pedazos de pasta rosa caían sobre los sombreros de los famas, mientras arriba el cronopio cantaba y se frotaba los dientes lleno de contento. Los famas se indignaron ante esta increíble inconsciencia del cronopio, y decidieron nombrar una delegación para que lo imprecara inmediatamente, con lo cual la delegación formada por tres famas subió a la casa del cronopio y lo increpó, diciéndole así:

-Cronopio, has estropeado nuestros sombreros, por lo cual tendrás que pagar.

Y después, con mucha más fuerza:

-¡Cronopio, no deberías derrochar así la pasta dentífrico!

Finalmente, cuando leí Rayuela encontré, más que un libro, una filosofía de vida.

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