Irreal...

Irreal porque vivimos en una realidad donde el amor se expresa con un corazoncito en Facebook, donde la gente que lee es casi tan rara como la que no vio "Transformers" y donde para conocer a alguien es necesario estar intoxicado (perder hasta cierto punto el raciocinio). Porque el nuestro es un mundo en el que la gente lucha más por el último cigarro que por combatir la corrupción, en el que vale más una apariencia que una pasión y en el que todo parece estar a la venta.

Pero también irreal porque estoy enamorada de la confusión, de aquello diferente, ensoñada con esta locura que llamamos vida...

domingo, 18 de abril de 2010

Sobre poesía

"Matamos lo que amamos. Lo demás no ha estado vivo nunca." Rosario Castellanos.
La frase se me quedo grabada y todos los días tiene un sentido diferente. A veces habla de como en la naturaleza del amor se encuentra la destrucción, a veces habla de que la vida no tiene sentido si no se ama. A veces habla de autodestrucción, a veces de la destrucción mutua. Ya he leído el poema muchas veces... Ya me dan ganas de gritar: ¡Que cese ya esta asfixia de respirar con un pulmón ajeno! Ya me siento una con la escritora, ya siento que fui yo quien escribió el poema, ya me adueñé de él, ya le dí mi propia forma, ya lo destruí y reconstruí. Y al final de eso se trata la poesía, ¿no? De encontrar en ella palabras para nuestros sentimientos, de encontrarle un sentido propio a lo ajeno, de unirnos al escritor, por un segundo, en una unión mucho más íntima que la de cualquier amante... Lo que sea que haya querido decir Rosario Castellanos con su poema "Destino" ya no existe, pues el poema ahora es mio y tal vez pase a ser tuyo...

Destino

Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.

El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
            
¡Ah! pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
            
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
- antes que lo devoren - ( cómplice, fascinado )
igual a su enemigo.
            
Damos la vida sólo a lo que odiamos.

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